"Los Juguetes" Juan José Morosoli "Cuando mi madre estuvo grave, nosotros salimos de nuestro hogar. Mi abuela se llevó a mis hermanos más chicos y yo fui a la casa que era la más lujosa del pueblo. Mi compañero de banca vivía allí. La casa no me gustó desde que llegué a ella . La madre de mi compañero era una señora que andaba siempre recomendando silencio. Los criados eran serios y tristes. Hablaban como en secreto y se deslizaban por las piezas enormes como sombras. Las alfombras atenuaban los ruidos y las paredes tenían retratos de hombres graves, de caras apretadas por largas patillas. Los niños jugaban en la sala de los juguetes sin hacer ruido. Fuera de aquella sala no se podía jugar. Estaba prohibido. Los juguetes estaban alineados cada uno en su lugar, como los frascos en las boticas. Parecía que con aquellos juguetes no hubiera jugado nadie. Yo hasta entonces había jugado siempre con piedras, con tierra, con perros y con niños. Pero nunca con juguetes como aque...
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Seguridad ciudadana Si no fuera por las muchas ropas que lleva puestas doña Gertrudis no haría sombra en el suelo; y los vientos del invierno la volarían por los aires. Pero ella camina por las calles de Montevideo, encorvada como un signo de interrogación y solita se las arregla para hacer sus cosas y seguir viviendo. Un día de estos, cuando fue a cobrar su jubilación, sufrió un contratiempo. Tiempo de destiempos, el peligro acechaba en cada esquina, doña Gertrudis no anda desarmada. Ella lleva, siempre , una tijera escondida en la cartera. Iba sentada en el ómnibus, miró la hora, le faltaba el reloj. Sin vacilar, clavó la tijera en la barriga del joven sinvergüenza que iba sentado a su lado: - El reloj, dijo doña Gertrudis. El muchacho tartamudeó. - ¿Cómo dice, señora? - El reloj- exigió ella y la tijera pinchó. El muchacho le dejó el reloj y de un salto bajó del ómnibus. Con el reloj apretado en el puño y el corazón alborotado, doña Gertrudis llegó a su ...
Una anécdota. La artimaña
La artimaña 9 de junio de 1924, Uruguay en el estadio Colombes, París Por primera vez un seleccionado sudamericano logra intervenir en el torneo de fútbol olímpico: Uruguay. En su libro Fútbol a sol y sombra , el escritor oriental Eduardo Galeano detalla que era la primera vez que un equipo latinoamericano jugaba en Europa. Uruguay enfrentaba a Yugoslavia en el partido inicial. Los yugoslavos enviaron espías a la práctica. Los uruguayos se dieron cuenta y se entrenaron pegando patadas al suelo, tiraban la pelota a las nubes, tropezaban a cada paso chocándose entre sí. Los espías informaron : “Dan pena estos pobres muchachos que vinieron de tan lejos”. Apenas 2.000 personas asistieron a aquel primer partido. La bandera uruguaya fue izada al revés, con el sol para abajo, y en lugar del himno nacional se escuchó una marcha brasileña. Aquella tarde, Uruguay derrotó a Yugoslavia 7 a 0. El campeonato fue casi un paseo para la escuadra celeste, tras la go...
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