
Pinocho el astuto Había una vez Pinocho. Pero no el del libro de Pinocho, otro. También era de madera, pero no era lo mismo. No le había hecho Gepeto, se hizo él solo. También él decía mentiras, como el famoso muñeco, y cada vez que las decía se le alargaba la nariz a ojos vistas, pero era otro Pinocho: tanto es así que cuando la nariz le crecía, en vez de asustarse, llorar, pedir ayuda al Hada, etcétera, tomaba un cuchillo, o sierra, y se cortaba un buen trozo de nariz. Como era de madera, no podía sentir dolor. Y como decía muchas mentiras y aún más, en poco tiempo se encontró con la casa llena de pedazos de madera. —Qué bien —dijo—, con toda esta madera vieja me hago muebles, me los hago y ahorro el gasto del carpintero. Hábil desde luego lo era. Trabajando se hizo la cama, la mesa, el armario, las sillas, los estantes para los libros, un banco. Cuando estaba haciendo un soporte para colocar encima la televisión se quedó sin madera. —Ya sé —dijo—, tengo qu...