“El día del arquero” de Juan Sasturain De pibe, uno es arquero por vocación o por descarte: “Atajo yo” o “Vos, andá al arco”. Pero predomina el descarte o el negociado ir y venir de incesantes arqueros siempre renovados: “Viejo, un gol cada uno… Ahora te toca a vos”. Es decir que la vocación pateadora es primeriza, natural, instintiva. La atajadora, no. La primera tiene que ver con la ardorosa actividad infantil, la participación directa sólo limitada por el grado de iniciativa para correr como un desaforado detrás de la pelota. La arqueridad, en cambio, se vincula a un cierto grado de madurez. El que ataja es porque ha vivido. Aunque sea un poquito. […] Nomenclaturas La cosa empieza ya en el nombre que describe su oficio, ambiguo si los hay: arquero. ¿Arquero de qué arco? Cualquiera sabe que en el fútbol no hay arcos sino, cuanto mucho, marcos… Los misterios de la semántica futbolera convirtieron un rectángulo en arco, transmutaron el receptor de los envíos en sinónimo de prodig...
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